La capital cubana, entre las primeras villas fundadas por los españoles hace casi cinco siglos bajo el nombre de San Cristóbal de La Habana, atesora en sus calles diversos exponentes de esa época, convertidos en atractivos para los visitantes.
Mas de 30 mil edificaciones, dedicadas a variadas funciones, se localizan en el Centro Histórico de la urbe, el cual ostenta además el aval de haber sido declarado por la UNESCO Patrimonio de La Humanidad.
Centros culturales, históricos, comercios y hospedajes destinados al turismo conforman una oferta difícil de olvidar para aquellos que escogen a la capital como destino de su estancia en la mayor de Las Antillas.
Una amplia red de instalaciones para el alojamiento, operadas por Habaguanex S.A. y con las características de la arquitectura colonial abren sus puertas al turismo, en una relación en la cual tienen un peso especial establecimientos como el Hotel del Tejadillo.
El atractivo de ese último se centra además en su localización, pues ocupa tres inmuebles de los siglos XVIII, XIX y XX, localizados en la esquina de Tejadillo y San Ignacio, en el Centro Histórico de La Habana.
Las mencionadas mansiones transitaron por las más variadas funciones tras la decisión de Doña Regla de Silva, su propietaria, de entregarlas en calidad de donación a la Orden del Sagrado Corazón con vistas a su empleo como Escuela de Monjas.
Para los clientes de la instalación el entorno complementa la oferta, pues a solo unos pasos se localiza la popular Bodeguita del Medio -conocida internacionalmente- así como el restaurante colonial El Patio, dos de los sitios de la Habana Vieja preferidos por los visitantes.
Asimismo, el Hotel del Tejadillo tiene un sello peculiar que lo distingue en la industria del ocio, pues 17 de sus 32 habitaciones (de ellas dos suites) cuentan con cocina propia, lo cual permite a los huéspedes interesados elaborar sus propios alimentos.
Esa modalidad, extendida a nivel mundial, constituye una novedad en la hotelería cubana, por lo cual el centro dispone solo de una cafetería para desayunos que opera con el nombre de Catedral y los servicios del snack-bar San Carlos, unido al bazar Doña Regla donde se venden alimentos y bebidas a los huéspedes.
El ambiente colonial del Tejadillo, singular elemento en el conjunto de atractivos del hotel, se logra con una verdadera mezcla de herrajes, esculturas y muebles elaborados a partir de maderas importadas de Africa y el Caribe.
El cuidadoso trabajo de rehabilitación a que fueron sometidas las tres casas involucradas en el proyecto permitió conservar en uno de los patios interiores a un árbol de yagruma, toque pintoresco para el casco urbano de La Habana.
Asimismo, murales, pinturas y una delicada jardinería se combinan con la figura en bronce de un viajero con su equipaje para otorgar así otro tanto a favor del ocio.
La decoración del inmueble permitió además marcar un paso adelante en la recuperación del arte de la cristalería y los vitrales, estos últimos realizados por el artista cubano José María de la Terga, todo ello en una oferta única para los gustos más exigentes.