La Isla de la Juventud, situada al sur de la provincia de La Habana, es llamada por muchos la tierra de los mil nombres, en alusión a las denominaciones recibidas durante los siglos transcurridos desde su hallazgo a la fecha.
El almirante Cristóbal Colon fue precisamente quien descubrió ese territorio cuando cumplimentaba su segundo viaje a la región, y lo llamo San Juan Evangelista.
Isla de las Cotorras y del Tesoro figuran entre sus primeros nombres, en una epoca donde desde el siglo XVI y hasta el XVIII la ínsula sirvió de refugio a varias tripulaciones de piratas y corsarios
Para los aborígenes, era simplemente Siguanea, mientras la denominación de Isla de Pinos fue la más duradera, con un origen que se remonta a los bosques de pinos de la especie Caribbean que cubrían la región.
El territorio, integrado entre los 672 cayos e islotes que conforman el archipiélago de los Canarreos, muestra a los visitantes una accidentada costa con vegetación exuberante y un relieve donde están presentes los mogotes.
Bajo su capa vegetal, las singulares elevaciones encierran un inapreciable tesoro de mármol en las diversas variedades, otorgando además un toque singular al entorno del territorio.
La Isla de la Juventud es también tierra del cítrico y la cerámica, en la época de la floración de las plantaciones el olor a azahares domina el aire en una señal de la venidera cosecha de toronjas y naranjas, muy demandadas por consumidores en todo el planeta.
Convertida en zona protegida por los elementos naturales y arqueológicos que encierra, posee espesos bosques tropicales donde se localizan iguanas de gran tamaño, jutías, palomas rabiche y puercos cimarrones, entre otras especies de animales conservados en su entorno natural.
En el extremo suroccidental de la isla, a 122 kilómetros de Nueva Gerona, se localiza en un área de cuatro mil hectáreas el Parque Nacional Marino Punta Francés, con uno de los ecosistemas costeros mejor conservados del país.
En el plano submarino, se localiza un arrecife coralino de extraordinaria belleza, virginidad y diversidad de especies, con numerosas esponjas tubulares y abundantes cuevas.
El Colony se perfila como sitio ideal para los amantes de las actividades náuticas, con inmersiones diurnas y nocturnas, fotografía submarina y facilidades de marina atraques para 15 embarcaciones, con servicios de agua potable, electricidad, combustible y comisaría.
Impresionantes además resultan sus playas y selvas compactas pobladas de pedregales, frondosas palmeras y manantiales de aguas sulfurosas, muy demandados por los visitantes.
En el plano histórico, los amantes de las tradiciones disponen del museo Finca El Abra, declarado Monumento Nacional, que recoge aspectos de la estancia del Héroe Nacional José Martí en el lugar, así como algunos de sus objetos personales.
En igual condición está el tristemente célebre Presidio Modelo, instalación única de su tipo en América Latina, que recoge las características del sistema carcelario desde la década de los años 20 hasta la etapa revolucionaria.