La capital cubana, surgida hace mas de cuatro siglos bajo el nombre de San Cristóbal de La Habana, agrupa en su centro histórico los más diversos recuerdos de la época colonial, convertidos hoy en singulares atractivos para el turismo.
Miles de inmuebles con una historia centenaria, sitios vinculados con la cultura, el comercio, la religión e incluso la gastronomía proliferan en un espacio relativamente pequeño, para el deleite de los visitantes que apuestan por conocer la principal urbe de la mayor de Las Antillas.
En su surgimiento y desarrollo, La Habana cobró forma alrededor de cinco grandes plazas, distribuidas por diferentes puntos de la villa y que llevaban por nombre la de Armas o Mayor, de San Francisco, la Ciénaga, del Santo Cristo y la Nueva, hoy conocida como Vieja.
La orden para la creación de esta última fue emitida hacia 1587, pero solo se llevó a la práctica en la segunda mitad del siglo XVII, para convertirse en el sitio ideal donde los vecinos de la ciudad intercambiaban sobre las noticias mas recientes, practicaban operaciones comerciales o simplemente tomaban el fresco en la época de calor.
Llamada inicialmente Plaza Nueva, se erigió rodeada por las antiguas calles de Muralla, Mercaderes, Teniente Rey y San Ignacio, convertida además en área residencial de lo más selecto de la burguesía criolla hasta el siglo XVIII.
Su nombre se transformó en Vieja al nacer la Plaza del Santo Cristo, y en 1835 acogió al Mercado de la Reina Cristina, una de las primeras pescaderías recogidas en los documentos de esos tiempos, sustituida en 1908 por un parque de tipo republicano.
La isla, caracterizada por una verdadera mezcla de estilos constructivos, reflejo en las edificaciones localizadas en la zona de la mencionada plaza la rica arquitectura presente en Cuba, con palacetes de portales con arcadas y comercios de las mas variadas formas, según las influencias de sus creadores.
El avance del siglo XX llevó incluso a la conversión de la plazoleta central en un estacionamiento soterrado hacia 1952, para recuperar paulatinamente su entorno habitual con los trabajos realizados en los últimos años por la Oficina del Historiador de La Ciudad de La Habana.
La minuciosa labor de especialistas y restauradores llevaron a la Plaza Vieja a mostrar a los visitantes su pavimento readoquinado, con una fuente al centro que constituye una réplica en mármol de Carrara de la que antaño suministraba agua a los vecinos, ahora con un propósito puramente ornamental.
Numerosas edificaciones complementan el atractivo del sitio, pues en sus alrededores se localiza el Fondo de Bienes Culturales, ubicado en el antiguo palacio de los Condes de Jaruco, erigido en la primera mitad del siglo XVIII.
La vivienda más antigua del entorno, ya restaurada, corresponde al lugar donde vivió Don José Martín Felix de Arrate, considerado el pionero de los historiadores habaneros, además de museos, hostales y centros culturales.
La existencia de sitios como la Plaza Vieja complementan la amplia oferta que encierra la capital cubana con destino a la dinámica industria del ocio, con un especial atractivo en su centro histórico, donde el tiempo parece haber detenido su marcha para deleite de los vacacionistas interesados en conocer La Habana.